Perspectivas psicoanalíticas del alpinismo II

¿Quién no ha soñado con escalar la cara norte del Eiger, el Cervino, subir el Mont Blanc, el Everest, llegar a la cumbre del Aneto por su vía normal u otras infinitas formas posibles de escalar o subir una montaña...?

El Cervino o Matterhorn (4.478 m)
Después de la introducción, un tanto compleja de algunos conceptos básicos del psicoanálisis, en la primera parte y explicado el concepto de sublimación como esa energía que emana de nuestro inconsciente y que la transformamos en aquello que nos gusta hacer, el alpinismo, pasaré a mirar de exponer algunas relaciones y a buscar un por qué, intentando aproximarme a lo psicológico pero sin perder una perspectiva filosófica que no acabe de confirmar las respuestas, si no de abrir un debate interno de reflexión, ya desde nuestra propia "Neurosis Alpina".



Tal vez nos hemos preguntado muchas veces, o tal vez no, de por qué nos atrae el riesgo y la aventura. Posiblemente sea una respuesta de huida de lo rutinario, de una búsqueda de libertad, de un encuentro de uno mismo, de una prueba de superación o de validar de hasta dónde somos capaces de llegar, un espacio para exteriorizar nuestros complejos, una proyección de lo que somos o de lo que nos gustaría ser, o simplemente un refugio en el que no sabemos por qué, pero que nos da un equilibrio entre esa parte instintiva e inconsciente y la racional o consciente.

Dibujo primera ascensión del Matterhorn

En ese espacio de exteriorización mental es cuando proyectamos nuestras ambiciones, en primer lugar en nuestro inconsciente, en una forma de pensamiento abstracto donde le vamos dando contenido y después lo trasladamos a nuestro consciente y ya pensamos en aquellas actividades que nos gustaría hacer y que además elegiremos en función de nuestro estado emocional, pero que finalmente adaptaremos después de reflexionarlas.

Es decir, en primer lugar podemos hablar del sueño, que vendrá condicionado por nuestros deseos o pulsiones instintivas e inconscientes y que posteriormente dará lugar a una manifestación o materialización de estás de forma consciente.

Escalando en las agujas de Perramó

Ha aparecido la palabra deseo y la palabra emocional, y es que las emociones son la base por la que la mayoría de nosotros nos dejamos llevar. El ser humano es un ser emocional que intenta razonar, es decir, inicialmente nuestros impulsos son emocionales pero posteriormente los intentamos racionalizar. Por lo tanto el deseo es el final de una cadena que parte de nuestras emociones, pasando a transformarse en un sentimiento ya elaborado como el deseo y que necesitamos completar para llegar a la satisfacción.

Sueños y deseos

Volvemos a recuperar la lucha entre inconsciente y consciente o entre emocional y racional, donde se despiertan nuestras emociones y nuestro sentimiento o deseo. Los neuropsicólogos dicen que es el sistema límbico el que regula nuestras emociones, para que después sea el córtex prefrontal el que las acabe de gestionar y decidir que hacemos, pero ya hablaremos más adelante de este tema.

Por lo tanto, ya hemos visto como emergen nuestras emociones que posteriormente transformamos en sentimientos y que finalmente deseamos llevarlas a cabo mediante nuestras actividades alpinas para buscar la satisfacción.

Entonces vamos a destacar tres partes en este proceso psicológico de la neurosis alpina:

1. La elaboración o proyección de la actividad.
2. La realización de la actividad.
3. El resultado de la actividad.

Las tres partes tienen una parte común y es que van a estar condicionadas continuamente por nuestras emociones y nuestra parte racional, es decir, esa lucha entre lo que deseamos y lo que debemos hacer -inconsciente versus consciente-.

Es ahí donde posiblemente aparezcan diferentes momentos emocionales y el conflicto que desatará el sí o el no de llevarla a cabo, de si seguir o no seguir -miedo, sorpresa- y de su resultado final que acabe desatando un momento emocional de alegría, tristeza o rabia y que finalmente serán transformados en un sentimiento de satisfacción y éxito o de insatisfacción y fracaso.

La Barre des Écrins (4.102 m)

En próximos artículos explicaré cómo intervienen emociones como el miedo y la rabia en la toma de decisiones y cómo sentimientos como el éxito y el fracaso pueden determinar el resultado final de una actividad alpinística futura. 

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