"El miedo nuestro gran aliado" Alpinismo III

El miedo nuestro gran aliado. El miedo es una emoción y como tal es una respuesta de nuestro sistema límbico ante alguna situación que nuestro sistema perceptivo percibe como peligrosa.

¿Y qué es el peligro? Es una situación de riesgo no controlada en la que podemos sufrir daño en nuestra integridad física o mental y a la que podemos dar varias respuestas:

1. Respuesta de pánico no controlada para evitar el peligro y en la que perdemos el control y el resultado puede no ser el esperado.


2. Respuesta de bloqueo sin hacer nada respecto a la situación de peligro y que dependeremos totalmente de nuestra suerte.


3. Respuesta rápida con cierto control para huir del peligro donde la situación puede ser la esperada.


4. Respuesta más meditada y controlada ante la percepción de una situación peligrosa y que podríamos encuadrar dentro de la gestión del riesgo, aunque podría no estar definida como miedo porque ya está controlada.


Está claro que la situación más deseada es la última, aunque no siempre va a poder ser así.

Filogenéticamente hemos ido heredando el miedo de nuestros antepasados en nuestras cadenas de ADN y esto ha sido una evidente garantía de supervivencia para evitar o huir de situaciones en las que peligraba nuestra vida. Es decir, podemos hacer esta afirmación: estamos vivos gracias al miedo.

Pero si proyectamos estos argumentos al mundo del alpinismo, la escalada o los deportes de riesgo -nuestra "neurosis alpina"-, observaremos como el miedo puede jugar a nuestro favor o no.

El miedo es nuestro detector de peligro y nos va avisar de que algo va mal y que posiblemente no lo podamos controlar. Es decir, en nuestras actividades alpinas, sean del tipo que sean, debemos de estar muy atentos de cuando aparece la percepción del miedo, porque será un aviso real de que la cosa se nos puede ir de las manos. Por lo tanto, no deberíamos superar demasiado este umbral del miedo, porque ya conocemos cuales pueden ser nuestras respuestas: pánico, bloqueo o la más deseada escapar con un cierto control de la situación. Pero lo que es seguro es que si entramos en la zona de miedo la podemos liar, pero bien liada...

Nuestro sistema límbico, al percibir peligro, activará automáticamente una respuesta fisiológica mediante el sistema nervioso autónomo simpático, provocando una estimulación de los músculos cardiacos y con ello el aumento de la frecuencia cardiaca, dilatación de los bronquios y hiperventilación para aumentar el oxigeno en las células de nuestros órganos y músculos esqueléticos, así como también la liberación de la adrenalina y la noradrenalina por la médula suprarenal, para tener preparado el cóctel para salir en estampida.


Pero nos vamos a centrar en otro tipo de miedo, el miedo psicológico, que difiere mucho del miedo físico. Es decir, la respuesta fisiológica autónoma ante una situación de peligro, puede ser objetiva -situación real de peligro- o subjetiva -psicológica ante una situación que percibimos que no controlamos y se puede convertir en peligrosa-.


Es evidente que ante un peligro objetivo, como por ejemplo un desprendimiento de rocas o un alud, nuestra respuesta va a ser inmediata y sin mucho o ningún control, pero cuando hablamos de percepción del miedo, intervienen otros factores psicológicos que pueden ser subjetivos. Es decir, no todos los escaladores con un nivel de 6a perciben un largo semiequipado con el mismo miedo. Es aquí donde interviene el miedo psicológico y donde quiero llegar. Es posible que un escalador en ese largo de cuerda gestione de forma controlada el miedo y el otro escalador, con el mismo nivel, entre en pánico o se bloquee y como consecuencia sufra una caída.

¿Cómo podemos aprender a gestionar el miedo psicológico? Tenemos que empezar a reconocer cuál es nuestro umbral del miedo. Por ejemplo, escalando un largo de cuerda poco equipado somos capaces de realizarlo con control y sin entrar en una situación en la que el miedo no nos deje actuar de forma controlada y fuerce una caída no deseada. Tenemos que evitar a toda costa entrar en esa franja de miedo, porque si no dependeremos totalmente de nuestra suerte. Si somos capaces de ir conociendo cuál es nuestro umbral del miedo y nuestra respuesta fisiológica y psicológica, poco a poco sabremos ir gestionando la respuesta e iremos mejorando el control y pasando una situación peligrosa a una situación de riesgo controlado, así como ir aumentando progresivamente nuestro umbral del miedo. Tampoco nos engañemos, porque el objetivo no es engañar a la mente y acabar escalando sin cuerda, sino mejorar nuestra gestión psicológica para evitar el pánico o los bloqueos cuando realizamos actividades de riesgo.

Por lo tanto, en nuestras actividades debemos de aprender a gestionar el miedo y aprender de él, gestionándolo y anticipándonos a esas situaciones de peligro, para convertirlas en situaciones de riesgo controlado, aunque también debemos saber retroceder a tiempo y entrar en nuestra franja de control si consideramos de que no vamos a ser capaces de controlarla, evitando así una situación peligrosa.


Existen diferentes técnicas de autocontrol para controlar el miedo, que explicaré en otro artículo.

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