No todo es Red Bull...

Desde que fue posible registrar una imagen y realizar una película hemos ido viendo la evolución de películas, documentales, programas, reportajes y anuncios publicitarios, en los que nos han incitado a imitar lo que vemos, es decir, el llamado séptimo arte ha despertado pasiones. Si nos centramos en las aventuras y deportes extremos el tema ha cambiado sustancialmente. Desde los programas de Al filo de lo imposible entre los años 80 y 2000 hemos visto como los deportes extremos se han escenificado en mayor o menor medida tanto en la gran como en la pequeña pantalla. Pero atención, porque en los últimos tiempos la proliferación de las redes sociales y la difusión de la información llega de forma inmediata a nuestros ojos.



Red Bull es una forma de inyectarnos adrenalina mediante actividades que activan nuestro sistema nervioso, de forma que nuestras neuronas espejo se acomplan a lo que están observando, de una forma casi empática y con una respuesta neurofisiológica provocándonos las mismas emociones sentimientos de riesgo de lo que están haciendo los actores reales. Pero claro, esto al otro lado de la pantalla, son solo emociones y sentimientos. El problema es cuando nuestra conducta se ve condicionada o alterada para imitar a estos especialistas profesionales, que tienen controladas casi todas las variables para poder llevar a cabo estas actividades limite. Por tanto, atención porque no todo es Red Bull y no todo es lo que nos hacen ver, el riesgo de las actividades en el entorno natural cuando sus variables no están controladas se convierten en sumamente peligrosas. He insisto en decir que una actividad peligrosa es una actividad de riesgo no controlada...

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