Hipoxia y toma de decisiones
Estos días atrás se ha hablado mucho, como siempre
pasa cuando ocurre un accidente o rescate de montaña, en relación a la
ascensión de Tomek Mackiewicz y Elisabeth Revol en su ascensión invernal al Nanga Parbat.
Me gustaría añadir, desde la perspectiva de la
psicología del deporte, varios conceptos que tal vez puedan añadir algo de
entendimiento a lo ocurrido. Es posible que nos preguntemos el por qué de lo
acontecido, por qué no se dieron la vuelta y por qué Revol decide seguir
bajando para sobrevivir.
En primer lugar decir que son totalmente legítimas
las decisiones de cada persona y considero que nadie debe juzgar lo que
hicieron, porque nadie ha pagado tanto como Tomek y Revol, sus decisiones, si
es que se pueden considerar errores lo que aconteció durante su ascensión al
Nanga Parbat.
El alpinismo no es racional, si no totalmente
emocional. Subimos montañas o nos marcamos retos para dar equilibrio a nuestro
ego, reforzar nuestra autoestima y buscar espacios donde encontrarnos a
nosotros mismos. La montaña y sobre todo el alpinismo o el himalayismo, son
deportes que se llevan a cabo en entornos que facilitan la desinhibición de
nuestras defensas internas y donde podemos dejar fluir nuestro pensamiento más
inconsciente o instintivo, para transformarlo en acciones conscientes que nos
dan equilibrio emocional cuando nos planteamos conseguir un reto.
Tomek y Revol deciden acometer una ascensión
potencialmente peligrosa, si no se marcan previamente unas mínimas reglas racionales, que
den un mínimo de seguridad a su ascensión. El himalayismo invernal es una
actividad de alto riesgo, debido a la combinación de hipoxia y frio extremo,
que se desarrolla en un entorno hostil, inhóspito y sin ningún tipo de ayuda,
ni soporte externo.
En estas ascensiones, los márgenes de seguridad son
muy estrechos y las decisiones deben ser planteadas y negociadas antes de
partir. Es decir, cabe hacer un plan de ascensión y consensuarlo para evitar
tener que tomar decisiones en momentos o situaciones donde la capacidad
cognitiva se encuentra mermada por los efectos de la hipoxia. Existen
alteraciones en la falta de atención, memoria, toma de decisiones y resolución
de problemas en un ambiente hipóxico y estos no pueden ser, en absoluto,
comparados a situaciones en las que nos encontramos en un entorno de menor
altitud y estrés, donde la presión de oxígeno es la adecuada para nuestra vida
celular y cognitiva.
Se desconoce con precisión, como afecta la altura o
un ambiente hipóxico, sumado al cansancio, estrés y el frío extremo, al córtex
prefrontal –situado en el lóbulo frontal-, que tiene una función ejecutiva y es
el encargado de mediar entre la planificación de conductas complejas y los
pensamientos o acciones que se haya planteado el alpinista. Es decir, el córtex
prefrontal se encarga de evaluar los riesgos entre lo que está bien y lo que
está mal, y sus posibles consecuencias. Pero aquí también interviene el sistema
límbico, con la amígdala, gestionando nuestras emociones más instintivas, tanto
a nivel de consciencia como de inconsciencia, y será crucial en la respuesta al
miedo y la reacción de lucha o huida, como un elemento clave en la
supervivencia.
Por tanto, es conocida la dificultad de pensar de
forma fluida y de tomar decisiones en ambientes hipóxicos y fríos, posiblemente
por la existencia de una mayor densidad de hematocrito o glóbulos rojos que
dificulta la circulación sanguínea en áreas corticales y subcorticales del
cerebro, que facilitan la formación de edemas cerebrales, y es entonces el
sistema límbico el encargado de tomar las decisiones, pero ya con mucho más
peso emocional que racional.
La toma de decisiones serán complicadas, y será aquí
donde intervendrá la personalidad del alpinista, y si este se deja llevar por
decisiones más emocionales que racionales.
Es posible que la proximidad de la cumbre les
hiciera decidir, a Tomek y a Revol, seguir hacia arriba por cumplir ese deseo
emocional y no tan racional, de llegar a lo más alto.
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