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Alpinismo de postureo...

Sí, corren nuevos tiempos... Frase con significado fácil y atribuible al momento actual, es decir, al presente... Por supuesto que cuando hablamos de nuevos tiempos es porque nos referimos a que han habido viejos tiempos...

 

¡Iré al grano...! En estos momentos de actualidad y de revolución de las TIC -tecnologías de la información y la comunicación- tenemos a nuestro alcance una herramienta formidablemente potente para crear una doble identidad. Me refiero a que podemos tener a la vez una identidad real, con la que nos expresamos e interactuamos con nuestro entorno físico directo, y otra identidad virtual que aparece únicamente en las redes sociales de moda, como Facebook, Twiter, Instagram y otras tantas que seguro que existen y desconozco -por supuesto, también, este blog que estoy usando-. Por tanto, ahora nos es mucho más fácil disfrazarnos, camuflarnos y hacernos pasar por aquello que nos gustaría ser y que no pudimos ser. Es decir, podemos llegar de forma virtual a la cúspide de la pirámide de Maslow... Sí, al último estadio, el de la autorrealización, aunque sea virtual, mejorando así enormemente nuestra autoestima y sentirnos admirados por los demás.

Alpinismo y alpinista -me encanta la dualidad de género de la palabra, proporcionándole una connotación feminista a todas y a todos los practicantes de este deporte- son palabras que incorporamos en nuestro diccionario todos aquellos que nos gustan realizar actividades en la alta montaña y que tienen una importante componente de riesgo y aventura, y en el que un mal cálculo, estrategia equivocada o simplemente un incidente, por no decir accidente, pueden tener un desenlace fatal sobre nuestra integridad física o la de nuestros compañeros.

Tiempos atrás, antes de las TIC, era difícil de mantener esta dualidad en el mundo del alpinismo, a no ser que contásemos nuestras fascinantes aventuras a anónimos de este deporte. Y es que aún hoy en día me provoca una cierta incomodidad atribuirme la palabra alpinista, por comportar un significado que no siempre llevamos a cabo. Es cierto que los tiempos han cambiado y con ellos la forma de pensar o de tener una nueva perspectiva sobre las cosas.



Filosóficamente y adaptándonos a una visión purista, podemos decir que el alpinismo, en su esencia, no ha cambiado ni cambiará. Los diferentes medios de comunicación especialistas, arrastrados por un estilo de vida de una sociedad capitalista, de consumo no sostenible, competitiva y que infunde un modelo de seguridad aparente, nos invitan en muchas ocasiones a adoptar una conducta y actitud que no respeta los umbrales de lo que consideramos estrictamente alpinismo.

Actualmente, nos embarcamos en muchas "actividades alpinas", por el solo hecho de darlas a conocer, de coleccionar cumbres, paredes, seguir los pasos de algún mito o demostrar públicamente lo capaces o expertos que podemos ser. Ciertamente, esto no es ni bueno ni malo, tan solo es el resultado de una forma de interpretar el alpinismo y de la conducta humana más primaria. Darwin ya nos explicó como las especies, mediante la adaptación, buscan el éxito de la supervivencia, aunque en este caso busquemos el éxito social, en esencia siempre hemos sido así. Las TIC tan solo nos han facilitado una herramienta para potenciar nuestro egocentrismo y exponerlo públicamente a nuestro entorno social.

Cabe destacar que esta forma de interpretar y difundir el alpinismo, no deja de ser imprudente, ya que invita a muchos otros a afrontarla sin el respeto ni la preparación adecuada. De forma que la afrontan con una cierta temeridad y desconocimiento, afrontando situaciones nada miméticas a la sociedad que vivimos y en la que el falso concepto de seguridad no existe. La seguridad es un concepto inventado, y que se ha ido transformando a lo largo del siglo XIX y XX, durante la revolución industrial, y la adopción progresiva de la seguridad social, que finalmente fue determinando que es mucho más caro mantener una discapacidad laboral que evitar un accidente. Otros tampoco se la juegan, solo practican un alpinismo en la zona de confort, desde el otro lado de la pantalla o del mismísimo sofá. Grandes alpinistas perecieron con las botas puestas, buscando el límite de lo imposible, otros como Walter Bonatti se retiraron desde lo más alto y dejaron de practicarlo cuando consideraron que ya no podrían aportar nada más al alpinismo. Bonatti decía "escalar no es una batalla contra los elementos, ni tan solo contra la ley de la gravedad. Es una batalla contra uno mismo."

Pero retomando el hilo, entiendo el alpinismo como una forma de conocimiento interior y aceptación de lo que realmente somos, de nuestros límites y de valores, como son la solidaridad, el esfuerzo y la tremenda simbiosis y vinculo emocional que proporciona la cordada. También la libertad infinita que comporta expresarnos en un entorno salvaje, donde somos nosotros mismos los que colocamos los límites hasta donde queremos o podemos llegar, aceptando las reglas del juego, sin las normas impuestas por una sociedad que impregna una falsa seguridad y sin pretender buscar un falso reconocimiento social, sino el reconocimiento personal y equilibrio emocional que conlleva compartirlo con los más próximos o simplemente para nosotros mismos.

Tal vez podemos interpretar estas letras como una autocrítica, como un excentrismo subrealista y romántico, o simplemente por no dejar de seguir indagando en nuestro interior más profundo para encontrar la esencia de lo que realmente somos o buscamos.

Comentaris

Unknown ha dit…
Muy buena reflexión y totalmente acertada. Cuando mi novia me dice que somos "montañeros" yo siempre le respondo que no, que por el simple hecho de haber subido alguna (o muchas, dada igual) montaña, no nos hace directamente ser montañeros. Para mi implica mucho más que subir a una cumbre, por dura y/o peligrosa que pueda ser -o, muchas veces, simplemente parecer, por nuestra falta de pericia- Es un compromiso y una manera de vivir la vida que muchos deseamos pero que no somos capaces de asumir en el fondo, aunque si nos encanta que "decore" nuestras redes sociales. Y no me parece mal salvo porque muchas de esas personas no tienen la conciencia necesaria para respetar esa misma montaña que "escalan", ea simplemente un medio para otro fin mucho más espurio.
Unknown ha dit…
Estoy de acuerdo en la esencia de la reflexión, me considero montañero no por hacer cumbres, que han sido pocas, sino por la pasión y el amor con que las hago y lo que aportan a mi vida diaria, en cuanto a compartirlo no me parece del todo mal, no es más que compartir momentos de absoluta felicidad, claro que hay actitudes que me parecen del todo inapropiadas y fuera de lugar, pero al igual que en la vida cotidiana lo son y pasan desapercibidas. Salud y respeto por las montañas y todo lo que en ellas hay antes de que fueramos a ellas, sean piedras o simbolos de una u otra índole

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